A cabezazos con la vida

Macho de carpintero negro (Campephilus magellanicus) posado sobre un tronco de lenga. Parque Nacional Torres del Paine (Chile).
Macho de carpintero negro (Campephilus magellanicus) posado sobre un tronco de lenga. Parque Nacional Torres del Paine (Chile).



Imagina que vas corriendo a 25km/h y te das en la cabeza contra un tronco. Lo más probable es que caigas al suelo con una conmoción cerebral. Peor: imagina la consecuencias de recibir ese golpe a cada segundo durante un día entero.

Los pájaros carpinteros (de la familia Picidae) van unos cuantos pasos más allá. Estos animales buscan su comida, generalmente compuesta por larvas de insectos xilófagos (que se alimentan de madera), que viven varios centímetros bajo la corteza de los árboles. Para ello golpean el tronco con su pico y lo agujerean para tener acceso a los bocados más jugosos.Durante este proceso, algunos de ellos son capaces de golpear los troncos a esos 25km/h de velocidad, nada más y nada menos que hasta 20 veces por segundo en cortos intervalos de tiempo durante varios minutos.
No sólo emplean este método, aparentemente masoquista, para buscar su alimento.La construcción de sus nidos, la atracción de la pareja y la forma de reclamar su territorio, que defienden tenazmente ante otros individuos, se llevan a cabo por este mismo procedimiento. Toda esta faena les lleva a repetir este golpeteo una media de 12.000 veces en cada día de su vida.

Como no puede ser de otra manera, su cuerpo, y en particular su cráneo, están adaptados a esos rápidos choques constantes contra los troncos durante los cuales su cabeza puede soportar, por brevísimos períodos de tiempo, una fuerza de hasta 1.200 g. (1.200 veces la fuerza de la gravedad en la Tierra). Contra lo que pueda parecer, su cerebro no sufre ningún daño derivado de estas descomunales presiones.

Algunas de las espectaculares estrategias de protección mecánica existentes en su cabeza, cuya asombrosa complejidad ha sido esgrimida por los defensores del creacionismo como argumento para sustentar su idea de un diseño inteligente, incluyen las siguientes:
- Las escamas de queratina que forman el pico son más pequeñas que en otras aves, y sus uniones mucho más onduladas, aumentando su elasticidad para absorber parte de la fuerza del impacto.
- Las dos secciones del pico se conectan con el cráneo por medio de un tejido esponjoso que hace de amortiguador para que el cráneo no reciba el golpe tan directamente.
- El aparato hioide (ver imagen), compuesto por el hueso de la lengua y tejidos blandos, rodea todo el cráneo a modo de cinturón de seguridad. Posee dos anclajes en la fosa nasal derecha, desde donde recorre el cráneo pasando por la frente, la parte superior, la nuca y la sección inferior, donde (por delante de la tráquea) se unen ambas partes en una sola formando el hueso de la lengua.
- Los huesos del cráneo son más finos que en otras aves, siendo así más flexibles; lo que, junto a la duramadre y el líquido cefalorraquídeo, les permite disipar parte del impacto y minimizar sus efectos sobre el cerebro.

La hembra de carpintero negro (Campephilus magellanicus)  tiene una coloración menos llamativa que el macho. Parque Nacional Torres del Paine (Chile).
La hembra de carpintero negro (Campephilus magellanicus) tiene una coloración menos llamativa que el macho. Parque Nacional Torres del Paine (Chile).

El protagonista de hoy, es el carpintero negro o de Magallanes (Campephilus magellanicus); el más grande de toda Sudamérica y el tercero más grande de todo el mundo con sus 46 centímetros de longitud corporal. Sólo le superan dos especies de su mismo género: el carpintero real (C. principalis) y el imperial (C. imperialis), llegando a haberse encontrado ejemplares de esta última especie que alcanzaban los 60 centímetros de longitud.
Lamentablemente estos dos parientes mayores están al borde de la extinción, si no extintos. El carpintero real fue supuestamente redescubierto en un avistamiento (mediante un vídeo de muy baja calidad) en 2005 después de considerárselo extinto al no habérselo visto desde 1987. El imperial lleva sin dar señales de vida más de medio siglo (desde 1956) por lo que la IUCN lo considera probablemente extinto.

Como decíamos más arriba estas aves son altamente territoriales, llegando a abarcar el territorio de una familia de carpinteros negros un área de hasta 5 kilómetros alrededor de su nido. Esta área debe contar con suficiente cantidad de árboles maduros y de gran tamaño, donde poder tallar sus nidos; y suficiente madera muerta donde se desarrollan las larvas que les sirven de alimento.
Por este motivo es por el que estas especies son muy vulnerables a la alteración de su hábitat. La tala indiscriminada, la extracción de leña, la quema y el aclareo de los bosques (junto a la caza furtiva) han fragmentado y disminuido su hábitat, llevando a una más que probable extinción a sus dos parientes cercanos en un periodo de poco más de 60 años.

Afortunadamente la situación del carpintero negro no es tan complicada como la de sus parientes, en parte por haber elegido como su hogar los bosques de la Patagonia. Esto los ha mantenido alejados de la influencia humana directa durante más tiempo. Sin embargo, los grandes incendios provocados por el ser humano en el Parque Nacional Torres del Paine durante las últimas décadas, han disminuido drásticamente la cantidad de bosques maduros de Nothofagus provocando un descenso importante en sus poblaciones, entre las que aún podemos disfrutar de la presencia de varias parejas como la de las fotos de hoy, que aún persisten buscando su alimento en los troncos de los inhóspitos bosques más australes de Sudamérica y de todo el planeta.

Y de propina...
Las adaptaciones de estas aves no terminan en la protección de su masa cerebral. Su lengua, mucho más larga que la de la mayoría de aves, cuenta en su extremo con los llamados corpúsculos de Herbst, que detectan las vibraciones de sus presas y les permite afinar su puntería a la hora de encontrarlas bajo la corteza de los árboles.
Dejo además el fragmento de un documental de la BBC en el que el gran naturalista Sir David Attenborough pone a prueba el sistema de comunicación mediante golpeteos del carpintero negro en los bosques de la Patagonia.




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Comentarios

  1. Excelente, hace mucho deseaba saber más sobre sus adaptaciones anatómicas para conseguir alimento y realizar sus cavidades.
    Gracias!

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